sábado, 17 de agosto de 2013

PABLO NERUDA La voz de la poesía: ser del hombre, esencia del pueblo Memorial de Isla Negra La injusticia

PABLO NERUDA



Memorial de Isla Negra

La injusticia

Quien descubre el quién soy descubrirá el quién eres.
  Y el cómo, y el adónde.
Toqué de pronto toda la injusticia.
El hambre no era solo hambre,
sino  la medida del hombre.
El frío, el viento, eran también medidas.
Midió cien hambres y cayó el erguido.
A los cien fríos fue enterrado Pedro.
Un solo viento duró la pobre casa.
Y aprendí que el centímetro y el gramo,
la cuchara y la legua medían la codicia,
 y que el hombre asediado se caía de pronto
a un agujero, y ya no más sabía.
No más, y ese era el sitio,
el real regalo, el don, la luz, la vida,
eso era, padecer de frío y  hambre,
y no tener zapatos y temblar
 f rente al juez, frente a otro,
 a otro ser con espada o con tintero,
 y así a empellones, cavando y cortando,
 cosiendo, haciendo pan, sembrando trigo,
  pegándole a cada clavo que pedía madera,
  metiéndose  en la tierra como en un intestino
 para sacar, a ciegas, el carbón crepitante
 y, aún más subiendo ríos y cordilleras,
 cabalgando caballos, moviendo embarcaciones,
 cociendo tejas, soplando vidrios, lavando ropa,
 de tal manera que parecería
todo esto el reino recién  levantado,
uva resplandeciente del racimo,
cuando el hombre se decidió a ser feliz,
y no era , no era así. Fui descubriendo
la ley de la desdicha,
el trono de oro sangriento,
la libertad celestina,
la patria sin abrigo,
el corazón herido y fatigado,
y un rumor de muertos sin lágrimas,
secos, como piedras que caen.
Y entonces dejé de ser niño
porque comprendí que a mi pueblo
no le permitieron la vida
y le negaron  sepultura.

 Estructura externa: el poema  se compone de cuarenta y tres versos. No hay métrica ni rima regular, son por consiguiente,  versos libres.
Estructura interna se da en un  movimiento circular, empieza  buscando “el quién soy” y finaliza definiéndolo. Se señalan cinco momentos:
1) A través de una afirmación y tres preguntas llegar al ser del hombre.
2) Tocar la injusticia.
3) Aprender su origen en las vivencias del pueblo.
4) descubrir que los valores: libertad, patria y demás no existen.
5) Dejar de ser niño para encontrarse en la verdad del pueblo.
El título es catafórico, adelanta el tema del poema. La injusticia, que ha reinado en la humanidad, desde sus comienzos, le ha quitado la esencia al ser humano de ser, común, igual  y solidario. ¿Quién se puede llamar hombre cuando a su alrededor el mundo se desploma de hambre, frío.  Muertos secos, porque no tuvieron vida. La ley de la desdicha rodea al pueblo quitándole toda posibilidad de ser.
 En El canto General, el poeta había llamado a un nuevo comienzo “Sube a nacer conmigo hermano” Ahora, en otro momento de su vida, entiende que no es posible mientras se mantengan seres, no hombres, que se alimenten de la injusticia quitándoles a sus congéneres lo que por ley de vida les corresponde.
En el primer verso plantea ya el problema existencial, a través de cuatro preguntas, quién soy, quién eres, cómo soy y adónde estoy. Es la afirmación de la esencia humana, descubrirse, verse, es abrirse al entorno que nos rodea. Somos seres inmersos en una sociedad, en qué lugar está el otro, cómo vive y quién es, nos implica y compromete.
Pero ese abrir los ojos lo lleva a chocar abruptamente con la injusticia: “Toqué  de pronto toda la injusticia” Mediante la sinestesia vuelve palpable lo abstracto, tocar es sentir por el tacto, esa realidad tan dura, penetra en cuerpo y alma.
Y “de pronto” el adverbio  de tiempo, marca la idea de golpe rápido. El indefinido “toda” abarca precisamente el otro agravante, la totalidad. No se acerca a algo injusto, no es una situación injusta, no, es toda la injusticia que rodea su búsqueda del ser entrando por su piel a su alma.
No es la anestesia que tenemos hoy,  a la que nos lleva una sobreinformación dirigida y que nos hace ver un cadáver, cientos quizás, en la pantalla,  mientras comemos una galleta. ¿Y  quién somos? Los que decimos “¡Qué horrible” y damos otro mordiscón.
 El poema es  el choque que nos  obliga a “tocar toda la injusticia
Comienza a enumerar necesidades básicas del ser humano, derechos de existencia: comida, abrigo: “el real regalo, el don, la luz, la vida
“El hambre no solo era hambre, //sino la medida del hombre// El frío, el viento…”  La primera carencia que presenta  la injusticia: hambre. Se le unen el frío y el viento. Ausencia de lo básico para sobrevivir ¿Por qué se transforman en medidas? Porque el Hombre, el ser digno de tal  atributo, pese a la carencia, apuesta por la vida y lucha. Aunque sea inútil,  en esa lucha la honra.
“Midió cien hambres y cayó el erguido” El número cien  es significativo en toda la cultura occidental   como símbolo de período completo: Los cien sonetos  de amor del autor que trabajamos. Cien años de soledad  de Gabriel García Márquez son ejemplos claros en el siglo XX.
La forma de nombrar la dignidad humana, “el erguido”, prueba la honra que implica soportar el hambre más allá de lo posible llevándolo a un plano heroico. Pero hasta el héroe cae frente a la necesidad básica.
“A los cien fríos fue enterrado Pedro” Vuelve al número cien con el mismo valor.
Neruda sabía por experiencia propia los rigores del frío, en su discurso al recibir el premio Nobel, los evoca  al contar, su paso por la cordillera de los Andes. Aquí no es caída, es entierro. Personaliza al nombrar. Ya no es “el erguido” es Pedro. Pero tiene la significación del nombre la misma fuerza del erguido,  viene del arameo Kéfá que significa roca.