domingo, 8 de septiembre de 2013

ANTONIO MACHADO: EL SER, EL DOLOR, DIOS

ANTONIO MACHADO: EL SER, EL DOLOR, DIOS.

"ES UNA TARDE CENICIENTA Y MUSTIA"LXXVIII GALERÍAS
- "SEÑOR YA ME ARRANCASTE LO QUE YO MÁS QUERÍA" –CXIX CAMPOS DE CASTILLA

LXXVII
Es una tarde cenicienta y mustia,
 destartalada, como el alma mía;
 y es esta vieja angustia que habita mi usual hipocondría.

La causa de esta angustia no consigo
 ni vagamente comprender siquiera;
 pero recuerdo y recordando digo:
 -Sí, yo era niño y tú, mi compañera.

Y no es verdad, dolor yo te conozco,
 tú eres nostalgia de la vida buena
 y soledad de corazón sombrío,
 de barco sin naufragio y sin estrella.

Como perro olvidado que no tiene
 huella ni olfato y erra
 por los caminos sin camino, como
el niño que en la noche de la fiesta


se pierde entre el gentío
 y el aire polvoriento y las candelas
 chispeantes, atónito y asombra
 su corazón de música y de pena,

así voy yo, borracho melancólico,
 guitarrista lunático, poeta,
 y pobre hombre en sueños,
 siempre buscando a Dios entre la niebla.”
CXIX
“Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
 Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
 Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
 Señor ya estamos solos mi corazón y el mar.”

Machado es el poeta de la sencillez en la complejidad. Su poesía de palabras comunes, encierra la  profundidad  de su pensamiento en una elaborada creación.
Su inmersión en el conflicto del hombre, parte siempre  de su visión intima. El ser es su ser, el dolor es su dolor y Dios es su anhelo de respuestas, que no aparecen. Quiere dialogar con él  “…espera hablarle a Dios un día” (Retrato). Lo busca, “siempre buscando a Dios entre la niebla”· Lo sueña: “Anoche soñé que oía// a Dios gritándome: ¡Alerta!// Luego era Dios quien dormía, y yo gritaba:¡Despierta!”  , lo despierta. Lo increpa: “Señor, ya me arrancaste...” Pero siempre termina solo frente a la inmensidad del mar.
 Se enlaza el conflicto de la existencia, con la angustia “compañera” desde la niñez y es la misma desorientación de Job, al no encontrar la presencia divina que ordene o explique el porqué “… dar la vida al desdichado…”
Ramón de Zubiría en su estudio de La poesía de Antonio Machado señala como temas dominantes: “tiempo, sueño, amor, la preocupación por España, su intimismo”
El diálogo es el  recurso más usado  para exteriorizar sus sentimientos.
 El poema LXXVII de Galerías  reúne temas y recurso por eso lo tomaremos como base de nuestro estudio. El poema, estructurado en seis cuartetos de versos en su mayoría  endecasílabos, carece de título, hecho habitual en el autor, responde solo a un orden numérico orientador. El tema se va profundizando desde la vivencia y sentido de la tarde.
 Se presenta a través de esta,  el tiempo. El tiempo que se encarna en el hombre, “la durée” de Bersong.
 Usa el tópico literario de comparar los momentos del día con las edades del hombre o sus vivencias.
 El crítico expresa respeto a la tarde:  ”los de la hora machadiana; la tarde, hora de la melancolía”
“Es una tarde cenicienta  y mustia,” El uso del verbo ser al comienzo y la indeterminación “una” le dan vida a la tarde. Utiliza tres adjetivos en orden  significativo ascendente  que la van acercando al estado anímico del yo lírico, quien luego se unirá a ella por la comparación. “Cenicienta” por el color del cielo nublado, dominio del gris. También por ceniza algo que fue pero perdió el sentido, es lo que queda de un fuego. No son las de Quevedo “serán cenizas mas tendrán sentido.” No, ni siquiera es un sustantivo solo un adjetivo cenicienta que se adhiere a la tarde. El segundo también alude a pérdida, a lo que fue vigoroso pero ahora está marchito, ha perdido fuerza, vida. Y el  tercero destartalada quita toda forma u orden, perdió su estructura original. “como el alma mía” Todo el peso de la tarde y su significación caen a su alma generando el reconocimiento de “esta vieja angustia”
El segundo cuarteto presenta el desconcierto respecto al origen de la angustia. Busca su causa pero no se acerca ni vagamente a entenderla,  como Job no entiende el juicio de sus amigos, que lo consideren pecador frente a Dios  y que este lo permita. El hecho de aludir al pasado, a la niñez da la desprotección del hombre frente a lo absoluto. El dolor de un hombre es grave, el de un niño inunda de tristeza el poema, tocando lo inexplicable.
 Lo asume: “… dolor; yo te conozco,”
En Job el sufrimiento nacía por la incomprensión de Dios a su piedad, a su amor. Permitir que lo expongan como pecador, cuando se mostró sumiso a su voluntad  frente pérdidas grandes y en escaso plazo de tiempo.
Job tuvo y perdió. En cambio el yo lírico nunca tuvo, lo muestra en forma directa y metafórica. Directamente “… nostalgia de la vida buena…soledad  “. Metafórica “corazón sombrío” “barco sin naufragio y sin estrella” Comparativa “como perro olvidado” “como niño” Todo apunta a una existencia carente de luz, de alegría, es un niño perdido en la fiesta de la vida.
Su camino es “borracho melancólico” guitarrista lunático” “poeta”. Deja para el final la realidad  “pobre hombre en sueños,” No puede aceptar la vida y la sueña consciente de su fantasía, de ahí emana la pobreza del hombre.
 La constante en su existencia está dada por el adverbio de tiempo “siempre”. Es la búsqueda de Dios. Pero no hay guía ni luz orientadora, solo niebla, señalando la opacidad, confusión. Vuelve entonces en una estructura circular al dominio del gris del comienzo del poema antes ceniciento ahora niebla.
Pero adentrándonos en la vida del autor se dará el  momento en que participará de la fiesta, que tendrá luz y alegría.  Más precisamente en Soria  con el amor de Leonor. Durante su corta vida juntos Machado no escribió un solo poema a su esposa. Luego de su muerte sí y ahí se ubica En Campos de Castilla el poema CXIX.
Dice Zubiría: “De la muerte de Leonor, del principio de su ausencia, nos quedan dos poemas, en el primero de los cuales se siente, a pesar de su brevedad (una cuarteta alejandrina) eso que Machado llama “El desgarrón en las entrañas”, de la separación”.
Aquí el yo lírico plantea el dolor y responsabiliza de él a Dios. Se percibe un enfrentamiento de voluntades  en la estructura de los versos. Abre el poema con “Señor” palabra que alude por supuesto a Dios pero también a su poder. Nada puede la criatura frente al Creador, lo temporal relativo, frente a lo eterno absoluto y el adverbio “ya” lo destaca. El pronombre “me” muestra la presencia del yo lírico defendiendo desde sus entrañas a su amor, como sentido de vida y alegría: “lo que yo más quería”
El segundo verso impone su dolor por el clamor de su corazón. Dios pasa al centro  y se le une un posesivo marcando cierto ensañamiento  hacia el yo lírico como el que tuvo Satán con Job y Yahvéh Dios permitió.
El tercero plantea el enfrentamiento de voluntades que ya fue estudiado con clara referencia a la única oración que aparece en los Evangelios Canónicos: el padrenuestro, donde el hombre se entrega a la voluntad divina “Hágase tu voluntad aquí en la tierra…” El yo lírico disiente con la voluntad del “Señor” la enfrenta aunque sabe la inutilidad del hecho.
Luego la consecuencia “Señor” vuelve a iniciar el verso seguido del adverbio de tiempo “ya” para marcar el retorno al sufrimiento y la ausencia de Dios.”…mi corazón y el mar.” La antítesis es fuerte, la pequeñez del corazón frente a la inmensidad del mar. En el Diccionario de los símbolos  Cirlot expresa: “Su sentido simbólico corresponde al océano interior, al de las aguas en movimiento, agente transitivo y mediador entre lo no formal y lo  formal…entre la vida y la muerte”

Acude también la primera obra conocida de la literatura occidental La Ilíada  canto I Crises regresando en silencio a orillas del estruendoso mar. Es la pequeñez humana frente a lo absoluto, es el clamor del hombre frente al dolor. 

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