La puerta que abrimos en este análisis va
más allá de la obra en sí misma, de su creador, de su época. Es la entrada a la
novela moderna, al castellano actual con toda su riqueza, al hombre que
Cervantes nos presenta en siglo XVII tan cercano a nosotros, con sus dudas y
certezas, sus miserias y grandezas. Es la primera novela en presentar una visión total del mundo.
Es
un clásico. Hay muchas definiciones para esta palabra aplicada a la retórica:
a) obra que trasciende al tiempo, b) que sigue las normas establecidas… Elijo
la de Pedro Salinas: “Un clásico es un libro que presta siempre al espíritu del
hombre un servicio de máxima calidad.”
Es mucho lo que debo a don Miguel y a su
Quijano-Quijote
Con este respeto y admiración me acerco al
análisis. De lo dicho anteriormente, largos estudios se han hecho y se harán.
Pero no se hablará de ellos en esta ocasión, aunque sean necesarios. En otros
artículos tal vez
Hoy
quiero centrarme en el texto y probar en el análisis lo que diría el estudio.
El ingenioso hidalgo don Quijote de
la Mancha. El titulo ya marca las dos visiones que
van acompañar al personaje. Cervantes cumple así con esa dualidad:
hidalgo-caballero andante, que en distintos matices se mantendrá en toda la obra. Al hidalgo lo califica
“ingenioso”, al caballero andante, lo
alude por el nombre don Quijote, que mantendrá en toda la Primera Parte (1605) a partir del capítulo
I. Y lo continuará hasta el último.
Muere primero el caballero, recobrando la
“cordura” y luego de melancolía, el hidalgo, final de la novela ( Parte II
1615).
Don
Quijote no existe sin Alonso Quijano, el ingenio de este, lo creó para escapar
de la rigidez del régimen social de la época. Es cierto, tuvo que enloquecer
para mantenerse en su huida, pero no olvidemos, de un extraño género de locura.
”Don
quijote es un loco por engaño de sí mismo. Tuvo Cervantes la precaución de
dárnoslo a conocer en estado de cordura, pues, sobre todo en los primeros
capítulos, siembra abundantes detalles, destellos, más bien, suficientes para
dar al personaje todo su vigoroso relieve” Salvador de Madariaga, Guía del
lector del Quijote.
Es una novela de personaje, la acción
narrada, gira en su mayor parte entorno
a este, exceptuando las historias que intercala, por ejemplo,
El
curioso impertinente, en la que don Quijote es pasivo.
Ya dijimos que era un hidalgo, veamos por
qué Cervantes ubicó a su personaje primario en esta clase social.
Hidalgo significa hijo de algo, y alude al
último peldaño de la nobleza. La mayoría derivaba de título otorgado por los
monarcas, en pago de algún servicio. En la Reconquista se le daba un caballo,
armas y un trozo de tierra para que pudiesen acceder a la nobleza y formar
parte de los ejércitos tan necesarios en esos tiempos, a los que el vulgo no
llegaba. Es evidente que en sus inicios no fue nobleza de sangre, por eso es
hijo de algo, no de alguien. Sus posesiones eran exiguas. La ventaja era la
exoneración del pago de impuestos. La desventaja era que no podían realizar
trabajos manuales, considerados innobles, so pena de perder la hidalguía.
Quedaba limitado entonces a las armas o
las letras. Ya en la novela La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas
y adversidades, el escudero, único
amo que trata bien a Lázaro, no tiene ni para su sustento y se alimenta de la mendicidad del muchacho,
quien lo compadece.
Estructura externa de la Parte I (1605) Se
divide en cuatro partes, estas a su vez en capítulos, llegando a un total de
veintisiete.
La
estructura interna de la obra es imposible realizar, por la dimensión y
versatilidad temática.
Estructura interna del capítulo I:
a)
presentación del hidalgo,
b) pasos hacia la locura,
c) arreglo de las armas,
d) creación de
Dulcinea.
Capítulo I Que trata de la condición y
ejercicio del famoso y valiente hidalgo don Quijote de la Mancha
Condición y ejercicio aluden, (como dice
la nota 2 de la edición de la Real Academia Española del IV Centenario), a la
posición social, los rasgos personales y
el modo de ponerlos en práctica. Se cambia el calificativo, ahora es “famoso y valiente”. La fama es una de las cosas que perseguirá el
personaje, como caballero andante, cansado de la opacidad de sus días. Imposible
ser famoso cuando no se ha movido de su hacienda. La valentía, como es típico en esta novela,
donde las palabras calzan en varios significados, podemos tomarla, como una ironía porque aún
no ha podido probar su valentía en el
mundo caballeresco, o darle un valor
existencial. Ser lo suficientemente
valiente, para asumir lo que queremos ser, cuando la sociedad nos
acorrala con sus límites.
Comienza la obra: “En un lugar de la
Mancha…”Ubica en el espacio, pero en forma imprecisa. Pisamos suelo castellano,
estamos en la Mancha, pero no sabemos con exactitud el lugar. Lo mismo sucederá
con el tiempo: “no ha mucho tiempo” El pasado es cercano, no ha trascurrido mucho.
Toda narración debe situarse en tiempo y espacio para que pueda darse la
acción, el narrador imprecisa el lugar y acerca el suceso.
“…de cuyo nombre no quiero acordarme” El
nombre del lugar está en la memoria del narrador omnisciente que entra
directamente en la novela a través el pronombre personal “me” en forma enclítica.
El porqué Cervantes pone esta entrada del
narrador y su voluntad manifiesta de no recordar, ha dado lugar, con el paso
del tiempo, a un sinnúmero de interpretaciones. Unos lo unen al prólogo y toman
en sentido directo la frase que durante creación de la novela de 1605 estaba
preso y no quiere recordar sitio tan penoso.
Personalmente me inclino, en función de la excelencia del escritor y la
personalidad que emana de sus obras, por una explicación más literaria.
El objetivo planteado por Cervantes para
justificar su obra, es mostrar lo negativo de un género en pleno auge en la
época, las novelas de caballerías. Su crítica se basa en distintos aspectos, la
fantasía que proyecta al héroe a aventuras imposibles. La irrealidad, sus
personajes no comen, no duermen, no parecen humanos. Su lenguaje arcaico que
complica voluntariamente para llevar la historia a tiempos remotos. Creer lo
que plantean llevaría a la locura.
“Cervantes al concebir el Quijote, tiene
una mira que nos es de sobra conocida: su novela será la antítesis de las novelas
de caballerías….”
La parodia muchas veces juega a luces y sombras, efecto tan querido al Barroco, en este juego de opuestos surge la burla y el
descrédito.
Aunque con don Miguel no podemos tomarnos
las cosas de forma lineal, porque caeríamos en graves errores.
El
autor quiere presentarnos a un ser lo más antiheróico posible y lo más opuesto a los caballeros
andantes, para ello elige todos los elementos que puedan dar al lector la sensación
de medianía, de calma, de vida normal en un pueblo de Castilla. Cervantes en un
punto ascendente y otro descendente, delimita con precisión el bulto de su
protagonista, logrando así un fuerte contraste entre la realidad de su
personaje y su propósito”. Joaquín Casalduero, Estudios de literatura
española.
Si vamos al inicio de cualquier novela de
caballería. Lo primero que se indica y destaca es el lugar de nacimiento.
Pretendiendo extender a él la gloria del héroe. E incluso le ponen junto
a su nombre. Baste citar el modelo, que
imita, con mayor asiduidad nuestro personaje Amadís de Gaula. También el mundo caballeresco
se proyecta en la Edad Media, muchos
siglos antes, donde la fantasía poblaba el mundo de encantadores, gigantes. El tiempo debe ser mediato para permitir ese
desarrollo idealista. Pues el narrador
como dice Casalduero, hará lo contrario para fundamentar la parodia.
“… vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor” El personaje entra en la
novela de forma indeterminada “un
hidalgo de los”. Uno entre muchos. Ya explicamos el sentido de hidalgo, también sabemos que vivía en un lugar de la
Mancha, medio rural, en una hacienda, con algunas “fanegas” de tierra fértil.
Que no se ejercitaba en las armas porque su lanza estaba en el astillero,
percha donde se colgaban las armas.
“…adarga antigua” Es un escudo hecho con piel que se usaba en la lucha
cuerpo a cuerpo, con espada. No soportaría el envión de la lanza, más con el
impulso de la carrera a caballo. Ya empieza a jugar la ironía, las dos armas
nombradas no armonizan entre sí. Se completa con “antigua” las heredó de sus
antepasados, como su hidalguía. Sigue la creación del personajes con los
animales que lo rodean: “… rocín flaco y galgo corredor” La primera mención de
Rocinante, que llega a la novela como su amo en la mayor indeterminación. Rocín
es una raza de caballo de mala condición, de tiro, para el trabajo, y le agrega
“flaco” la miseria asoma ya a la narración.
Sin
preparación alguna deja la creación del personaje y pasa a describir la cocina,
perdón, la “olla”. La sinécdoque nos introduce abruptamente, cuando estábamos
preocupados por la comida del rocín, en la del amo. Nada más antiheroico que la
cocina, y dentro de esta habitación asomarnos a “Una olla de algo más vaca que
carnero,…” Al abrir esa tapa también surge la pobreza del hidalgo porque la
carne de vaca era más barata que la de carnero. El pueblo comía vaca, el noble
carnero. Nuestro personaje estaba en el nivel más bajo de su hidalguía.
“…salpicón las más noches…” Se preparaba con los restos del mediodía, se
sobraba comía si no, no. “…duelos y quebrantos los sábados”… se llamaba así a
una tortilla o revuelto de huevos con tocino o chorizo. “…lantejas los viernes”
Usa un arcaísmo, lentejas, porque como buen cristiano viejo no comía carne los
viernes, norma del catolicismo.
Cristianos viejos eran aquellos que siempre
mantuvieron la religión católica, los cristianos nuevos surgieron luego del
edicto de la reina Isabel que ordenaba salir de territorio español a los no
bautizados en esa fe. Muchos lo hicieron, otros se quedaron, movidos por razones socioeconómicas, más que por adherir sinceramente al cristianismo. “…algún
palomino de añadidura los domingos…” Palomino, pichón de paloma, era la comida
del domingo.se lo menciona irónicamente porque es normal que ese día de la
semana se destaque con un menú especial. Este no lo es.
“…consumían las tres partes e su hacienda”
Aquí lo sugerido se manifiesta en la más triste realidad contable. Tres partes
de lo que le daba su hacienda se consumía en una comida pobre y escasa. Si la
mayor parte de lo que ganamos se nos va en el comer, cómo enfrentamos los otros
gastos.
“El resto de ella concluían sayo de
velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo y los
días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino” Aquí vuelve la ironía, fino, no por calidad elevada sino
por desgaste del tiempo
Lo que quedaba, iba para una vestimenta,
pobre, pasada de moda, da el tiempo en
que se compró y su uso. Además se limita a dos opciones, días feriados y
entresemana, sin importar las estaciones. Para los significados, tomaremos las
notas de la edición de la Real Academia. Sayo, vestimenta masculina, con falda
pasado de moda ya en el 1605. Velarte, paño de abrigo de color oscuro. Calzas,
especie de medias abombada y con tiras para abrigo de los muslos. Velludo felpa
o terciopelo. Pantuflos, calzado que se ponía encima de otros zapatos. Vellorí
paño de color pardo de calidad mediana.
Predomina el color oscuro. Se une a la pobreza
del hidalgo, la rutina. Sabía cada día lo que iba a comer y que ropa iba a
usar. Toda una vida sin trabajar por su hidalguía, con armas guardadas, sin
pluma que se mencione hasta el momento, que le dé la salida de las letras, la
monotonía invade, junto a la soledad, su existencia. Se justifica la
lectura porque mientras lee pasa a otro
mundo. Si son novelas de caballerías es lo opuesto sus días iguales.
“Tenía en su casa un ama que pasaba de los
cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte y un mozo de campo y
plaza que así ensillaba el rocín como
tomaba la podadera” Los personajes que rodean al hidalgo aparecen también
indeterminados como este. Las mujeres, una, pasaba, la otra, no llegaba, la
antítesis muestra lo lejos que están de llenar el vacío del futuro caballero,
con una charla. Cervantes toma también irónicamente personajes que aparecen en
las novelas de caballería, ama y sobrina.
Para el manejo de la hacienda tenía solo
un mozo que se encargaba de la caballeriza como del campo, recordemos que la
hacienda se había agotado en ropa y comida.
“Frisaba la edad de nuestro hidalgo con
los cincuenta años” Seguimos manejando la imprecisión voluntaria del narrador, al
ser omnisciente podía darle los años que quisiese. Pero no, él quiere que se
presente como real. El personaje se irá acercando poco a poco a nosotros, desde
su monotonía y pobreza. Antes dijo “un hidalgo” ahora “nuestro hidalgo” El
posesivo, al ser la primera persona del plural, enlaza al narrador, que compromete en el retrato, con lector.
En el siglo XVII la esperanza de vida eran
los treinta años, nuestro hidalgo era viejo, y pobre. Triste realidad y nueva
oposición con los héroes de las novelas de caballerías, siempre, jóvenes,
hermosos, y fuertes. Cuando se llega a viejo, la tendencia es recordar, o dejar
trascurrir los años sin cambios. Aquí ya se comienza a esbozar la valentía del
hidalgo que elije sus últimos años para romper con un mundo heredado e ingresar
en el mundo deseado. Una nueva forma de heroicidad.
“Era de complexión recia, seco de carnes,
enjuto de rostro,” Continúa con el retrato que inmortalizarán pintores,
escultores. Los contadores de historias que sin haber leído la obra, lo
hicieron parte de su tradición. Ese Quijote que camina sin libro, en el
recuerdo que se perpetúa de generación en generación.
Cervantes le da fuerza, “complexión recia”
para que soporte los rigores de sus aventuras pero le quita el estereotipo
heroico al presentarlo “seco de carnes” Significaría flacura pero también la
sequedad de un cuerpo que no ha conocido otra cosa que una “olla de algo más vaca…” y un “vellorí de lo más fino”
“…gran madrugador y amigo de la caza” Pasa
de lo físico a lo sicológico. Ya nos habíamos hecho a la idea de un viejo
abatido por la rutina, la pobreza, pero no, queda en él, el espíritu de la
aventura. Esperar el día siguiente con esperanza de cambio y la emoción de la
caza que no puede prevenir el arribo de
la presa.
“Quieren decir, que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada,
que en esto hay alguna diferencia en los autores que de este caso escriben,
aunque por conjeturas verosímiles se deja a entender que se llamaba Quijana... parece
ahora la multiplicidad de narradores a través de la imprecisión de los nombres.
Sigue la oposición a las novelas de caballería que lo destacaban
Pero se ingresa a otra línea temática también en forma
escurridiza. Ya en el Prólogo había mencionado “…el alivio tuyo en hallar tan
sincera y tan sin revueltas, la historia del famosos don Quijote de la Mancha,
de quien hay opinión, por todos lo habitantes del distrito de Montiel, que fue
el casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte
se vio en estos contornos.”
La
novela no es solo realista en todo lo que se ha presentado, sino que quiere
aparecer como narración de un suceso ocurrido es decir histórica.
El
“quieren decir” sería el rumor que escuchó el narrador, la historia que caminó
en diferentes lugares. La pluralidad de
nombres se justifica, muchos hablan, muchos opinan, los nombres se distorsionan
en la medida que llegan de distintas fuentes.
A nuestro narrador no le importa cuáles
sean los nombres manejados y menos buscar el “auténtico” sino los hechos que
cuentan en la Mancha, la historia, “que no se salga un punto de la verdad”.
Están dados aquí los cimientos de la
novela realista. Como dice el prof Alfredo de la Peña el autor
logra “meter el mundo en su novela”. “Armado con la parodia sale
Cervantes a desbaratar y acabar con los
libros de caballerías, armado de una falsa celada sale su personaje a deshacer
agravios y enderezar entuertos”.
Pasos a la locura “Es pues de saber…”
Parte II
Entramos en el proceso de hidalgo a
caballero andante, lo que la crítica ha llamado también, pasos a la locura. El
narrador va enlazando los momentos de la estructura interna con elementos
coloquiales. Recurso de la novela realista, acabado un tema de la
conversación ingresamos a otro que la continúa, tomando otra ruta. El personaje comienza a
actuar, a tomar decisiones, es decir empieza propiamente la narración: “Es pues
de saber que este sobredicho hidalgo.”